Garzas viajeras, novias leves del azul 
con rumbo norte salpicando el cielo van 
y aqui mi río espejo muestra su vuelo               
como si fuera un pañuelo que enero lavando está.

09 febrero 2010

Tinogasta

Para despedirnos de Carmen antes que vaya a trabajar nos levantamos a las 7. Nico nos llevó a la salida del pueblo sobre la antigua RN 40 y a las 8 de la mañana ya estábamos haciendo dedo.
No había mucho tránsito. Venía complicada la mano, solo teníamos el dato que el panadero levantaba gente en su camioneta y que pasaba a las 10… lo esperamos.

Nos echamos entre bolsas de harina, gorgojos, pan y facturas... la puerta de la caja entre abierta y la precordillera por esa endija llenando de colores nuestros ojos.
En un caserío llamado Las cuadras quedamos. Creíamos que las esperas de Marayes y Villa Unión no iban a ser superadas, pero sucedió. Un control fitosanitario con escasa actividad, zigzagueantes autos muestran los resabios de la chaya, mediodía y a matar el tiempo como sea.

 El policía del control nos dice que no hay colectivos hacia Tinogasta, nos da agua fresca y se ofrece a llevarnos cuando salga de trabajar. Pero faltaban diez horas para que salga!!! Agradecimos y nos reímos de la propuesta con esperanza de viajar antes. 
Las horas comenzaron a pasar, nuestras caras como el paisaje y las sombras también empezaron a cambiar. Hicimos de todo para distraernos pero las ideas se agotan, la espera se hace eterna y nuestro ser y su ánimo pasan por todos los estados: de la euforia, bienestar y optimismo; al hambre, desconsuelo y tristeza.

A las 22.30 hs salimos con Ricardo hacia Tinogasta. Entendimos porqué pasaban pocos coches, la razón de nuestro fracaso: luego de unos kilómetros el camino estaba destruido, todos preferían tomar la nueva RN 40 para ir a Catamarca a pesar que se hacía mas largo.
Llegamos a media noche y paramos en la pension más barata del lugar. El calor no se aguantaba, no corría aire, el baño era inaccesible (el olor se apilaba en la puerta armando un paredón), el mosquitero de nuestra ventana rajado de punta a punta y afuera las motos parecían estar compitiendo con los ruidos fuertes… esto sumado al mal humor y fatiga de nuestro día era un cóctel explosivo.

El Sol, cansado y pensando en el día que vendrá, se desploma y duerme.
La Luna, desvelada y angustiada intenta matar el tiempo hasta que el sueño llegue.

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